Se considera que una pareja debe acudir al especialista en Reproducción Asistida cuando no se ha conseguido la gestación tras un año de relaciones sexuales sin ningún tipo de protección anticonceptiva.

Este periodo es orientativo ya que puede variar en función de la edad: por ejemplo, se recomienda reducirlo a 6 meses a partir de los 35 años.

La inseminación artificial (IA) y la fecundación in vitro (FIV) son procedimientos distintos que se aplican según cada situación clínica.

La IA es una técnica simple, con menor uso de medicación, que coordina la ovulación con el depósito del semen preparado en el útero. La fecundación ocurre en la mujer de manera natural, sin extracción de óvulos. Es un tratamiento rápido y sencillo, aunque con menor tasa de éxito: entre el 10% y el 17% en mujeres menores de 35 años.

La FIV, en cambio, incluye la estimulación de los ovarios, la extracción de óvulos y su fecundación en el laboratorio. Aunque es más largo y complejo, las tasas de éxito son superiores: un 35% en mujeres menores de 35 años y un 26% en mujeres mayores.

Antes de plantear un tratamiento de inseminación intrauterina es importante evaluar la reserva ovárica, comprobar los niveles hormonales relacionados con el embarazo —entre ellos prolactina y TSH— y verificar que tanto el útero como las trompas estén libres de alteraciones.

Las tasas de embarazo en inseminación artificial están influenciadas por varios factores, especialmente la edad de la mujer y la procedencia de la muestra seminal.
Con semen de la pareja, las probabilidades se sitúan en torno al 15% hasta los 39 años, reduciéndose al 8% después de los 40. Cuando la muestra es de donante, los resultados mejoran: en torno al 22% en mujeres menores de 40 años y alrededor del 10% en las que superan esa edad.

Para la primera consulta no es obligatorio presentar documentación específica, aunque sí resulta útil llevar los informes médicos disponibles, analíticas recientes o estudios anteriores que puedan aportar datos al especialista.

Si no se dispone de esta información, o nunca se ha realizado una evaluación, el especialista podrá recomendar pruebas adicionales en esa primera visita para completar el diagnóstico.

La finalidad de esta consulta inicial es reunir información sobre el caso, resolver inquietudes y hacer una primera estimación del tratamiento más apropiado.

Es importante tener en cuenta que la elección del sexo no está permitida, salvo en casos justificados de prevención de enfermedades genéticas ligadas a los cromosomas sexuales. La Ley 14/2006 de Reproducción Asistida establece estas excepciones y considera una infracción muy grave cualquier manipulación genética con fines no terapéuticos.