El embarazo anembrionario, también conocido como embarazo huevo huero, es una condición en la que el saco gestacional se desarrolla, pero el embrión no se forma o deja de desarrollarse en las primeras semanas de gestación. Es una de las causas más comunes de aborto espontáneo en el primer trimestre, generando muchas dudas e incertidumbre en las parejas que lo experimentan.
En este artículo abordaremos qué es un embarazo anembrionario, sus síntomas, su diagnóstico y las opciones de tratamiento. Además, responderemos a preguntas frecuentes como «¿cuáles son los síntomas del embarazo anembrionario?» o «¿qué probabilidad hay de tener este tipo de embarazo?».
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Toggle¿Qué es un embarazo anembrionario?
Un embarazo anembrionario ocurre cuando, tras la fecundación del óvulo, se forma un saco gestacional sin embrión en su interior. Aunque el saco gestacional, por la producción hormonal de sus células, sigue enviando señales hormonales propias del embarazo, el embrión no se desarrolla y, eventualmente, el organismo lo expulsa de forma natural o mediante intervención médica.
Este tipo de embarazo se debe, en la mayoría de los casos, a alteraciones cromosómicas en el embrión, que impiden su desarrollo adecuado. Es un evento desafortunado, pero relativamente frecuente, afectando hasta el 15% de los embarazos clínicos.
Síntomas del embarazo anembrionario
Una de las dificultades de detectar un embarazo anembrionario es que, en sus primeras etapas, suele presentar síntomas similares a los de un embarazo normal. Entre los principales datos clínicos que podemos evidenciar están:
- Síntomas iniciales de embarazo, como aumento de la hormona hCG, náuseas y sensibilidad en los senos.
- Sangrado vaginal ligero o manchado, que puede intensificarse con el tiempo.
- Disminución de los síntomas del embarazo conforme el cuerpo reconoce que el embrión no se ha desarrollado.
- En algunos casos, dolor abdominal leve a moderado similar a los cólicos menstruales.
Diagnóstico del embarazo anembrionario
El diagnóstico de un embarazo anembrionario se realiza mediante:
- Ecografía transvaginal: Es la prueba más precisa para confirmar la ausencia de embrión dentro del saco gestacional después de la sexta o séptima semana de gestación.
- Análisis de hCG: Aunque los niveles de la hormona gonadotropina coriónica humana pueden aumentar inicialmente, tienden a estabilizarse o disminuir cuando el embarazo no avanza.
Si tras dos ecografías separadas por al menos una semana no se detecta embrión, el diagnóstico de embarazo anembrionario es definitivo.
Normalmente, si tenemos una ecografía con saco gestacional por encima de 20 mm sin presencia embrionaria es suficiente para diagnosticar el embarazo anembrionado.
Tratamiento del embarazo anembrionario
Una vez confirmado el diagnóstico, existen tres opciones de manejo:
Espera natural:
En algunos casos, el cuerpo expulsa el saco gestacional de manera espontánea sin necesidad de intervención médica. La paciente comienza con un sangrado menstrual y se produce un aborto espontáneo.
Tratamiento farmacológico:
Se utilizan medicamentos para inducir la expulsión del tejido gestacional y evitar complicaciones. Esta es la opción más recomendada para evitar la opción quirúrgica, el legrado obstétrico, y así evitar traumatismo en la cara interna del útero (en el endometrio).
Tratamiento quirúrgico:
En casos donde el organismo no expulsa el saco gestacional de forma espontánea, se puede realizar un legrado uterino o aspiración manual endouterina (AMEU) para completar el proceso.
El/la ginecólogo/a determinará la mejor opción en función de cada caso particular.
¿Cuál es la probabilidad de un embarazo anembrionario?
El embarazo anembrionario representa alrededor del 50% de los abortos espontáneos en el primer trimestre. Factores como la edad materna avanzada, alteraciones cromosómicas y antecedentes de abortos previos pueden aumentar el riesgo de su aparición. Sin embargo, la mayoría de las mujeres que han experimentado un embarazo anembrionario pueden lograr un embarazo saludable en el futuro.
¿Cómo prevenir un embarazo anembrionario?
Si bien no siempre es posible prevenir un embarazo anembrionario, se pueden tomar ciertas medidas para reducir el riesgo:
- Realizar estudios genéticos previos si hay antecedentes de abortos recurrentes.
- Mantener un estilo de vida saludable con alimentación equilibrada y control de enfermedades preexistentes.
- Evitar la exposición a toxinas y sustancias nocivas.
- Programar una consulta preconcepcional con un especialista en fertilidad para evaluar el estado de salud reproductiva.
Apoyo emocional y fertilidad tras un embarazo anembrionario
Pasar por un embarazo anembrionario puede ser una experiencia emocionalmente difícil. Es fundamental contar con apoyo médico y psicológico para afrontar el duelo y resolver dudas sobre futuras gestaciones.
Para obtener información sobre tu salud reproductiva y consultar con especialistas en fertilidad, puedes pedir una cita en nuestra clínica.