El duelo genético

Duelo genético

La búsqueda de un hijo no siempre es tan fácil como podemos imaginar en un inicio. En ocasiones pedir ayuda es la única manera de que muchas mujeres cumplan su sueño de ser mamá. Si a este escenario le sumamos la imposibilidad de usar sus propios óvulos y tener que recurrir a una ovodonación, es muy probable que se tengan que enfrentar a un trance psicológico complicado al que denominamos duelo genético.

¿Qué es el duelo genético?

Cuando hablamos de duelo genético, nos referimos al proceso emocional experimentado por mujeres que, enfrentando la infertilidad, recurren a la ovodonación al no poder utilizar sus propios óvulos, lo que significa conseguir ser mamás mediante óvulos de donante. Lo denominamos duelo genético, ya que implica lamentar la imposibilidad de tener descendencia con la propia carga genética.

¿Cómo se vive ese duelo genético?

En el proceso de aceptar la realidad de que nuestro hijo no compartirá nuestros genes, pasamos por diversas emociones, desde el shock hasta la aceptación. Aunque inicialmente puede surgir rechazo ante esta situación, la madre gestante puede cultivar el amor hacia el bebé durante el embarazo, expresándolo plenamente en el momento del parto.

En nuestros centros de reproducción asistida, contamos con psicólogos especializados que ayudan a las madres a lidiar con estas emociones que el duelo nos produce. Una vez superado el «duelo genético», un test de embarazo positivo suele generar emociones de felicidad y entusiasmo en lugar de rechazo.

¿Pasará también mi pareja por este mismo duelo?

En el caso de que los espermatozoides de nuestra pareja no sean válidos y hayamos tenido que recurrir a semen de un donante, el proceso de duelo genético aun se agudiza más, si cabe, ya que nuestra pareja ha de asumir que no ha participado en ninguno de los procesos de la gestación. Por ejemplo, en el caso de las mujeres, el hecho de sentir en su vientre cómo va creciendo el bebé, mitiga el impacto negativo del duelo genético. Por otro lado, a muchos hombres les cuesta más expresar sus emociones y pedir ayuda que a las mujeres, lo que todavía dificulta más la conclusión del duelo. En este sentido, es importante que la pareja se mantenga unida y que la comunicación sea un pilar fundamental durante el proceso y la relación para superar el duelo genético y favorecer la adaptación como futuros padres.

 

¿Quién será la donante?

En España la donación de óvulos es totalmente anónima, con tal de preservar la integridad psicológica y moral de las donantes, así como de las futuras madres e hijos. De esta forma, no existe manera alguna de tener información sobre quién fue la donante de ese óvulo y mi futuro hijo o hija, tampoco podrá tener acceso a esa información ya que esta es la única forma de eximir a los donantes de una responsabilidad futura. Tenemos que entender que la donación es un gesto anónimo y altruista donde los donantes no son futuros padres, sino personas que donan sus células.

¿Puede ser que mi hijo tenga enfermedades físicas o psicológicas el día de mañana?

En lo que se refiere a la salud, también sabemos que genética y ambiente interactúan. No obstante, hemos de saber que los donantes, pasan por estrictos y rigurosos controles de salud médicos y psicológicos para poder completar el proceso. En este sentido, se descartan mediante análisis genéticos cualquier enfermedad genética que pudiera ser hereditaria, así como enfermedades psiquiátricas o psicológicas actuales, participación en estilos de riesgo, consumo de estupefacientes, procedencia de entornos familiares desestructurados, etc. Con todo ello, conseguimos minimizar el riesgo de que en el futuro se desencadenen enfermedades que pudieran estar predeterminadas genéticamente. Todo lo demás, dependerá del ambiente donde sea criado el niño/a (alimentación, exposición a tóxicos, estrés ambiental, relaciones interpersonales…etc.)

 

¿Qué sentimientos tendré hacía mi hijo?

Es normal que cuando estemos pasando por una ovodonación surjan dudas respecto a los sentimientos que podamos tener hacia él cuando no se comparten genes, pero ser madre o padre va mucho más allá de simplemente compartir genética.

¿Querré a mi hijo igual aunque no comparta mis genes?

El amor hacia un hijo no depende de la carga genética. Si así fuera, los padres adoptivos no amarían a sus hijos, y aquellos que crían a un hijo sin ser biológicamente suyo tampoco lo harían. Los lazos humanos trascienden los genes; incluso hermanos con compatibilidad genética pueden tener relaciones difíciles. Durante el embarazo, se producen cambios bioquímicos independientes de los genes, como la generación de oxitocina, que fortalece el vínculo entre el bebé y la madre, y también se ha demostrado que la pareja de la madre produce oxitocina, preservando el vínculo matrimonial.

¿Sentiré en algún momento que no es genético?

No hay ninguna razón científica como para sentir algo diferente o extraño. Piensa que, incluso en un embarazo normal, pueden surgir dificultades: depresión postparto, psicosis postparto… Condiciones clínicas, por supuesto, reversibles pero que provocan en la madre durante un tiempo determinado mucho dolor e inseguridad ya que, en lugar de generarse alegría y cariño hacia su bebé, se generan sentimientos antagónicos. El hecho de tener un embarazo a través de ovodonación no conlleva un riesgo mayor a nivel físico ni psicológico que un embarazo normal. Al final, el hecho de “sentir” que es algo distinto va a depender de ti y de tus creencias al respecto, pero las creencias no son algo estático, sino que la terapia psicológica en el proceso nos puede ayudar a convertirlas en algo más racional y funcional para nosotros.

Si ya tengo otro hijo biológico anterior con el que sí comparto genes, ¿le querré menos que a él o ella? ¿Se llevará bien con su hermano al no compartir genes?

Como hemos dicho, los genes no influyen a la hora de querer o no a nuestro futuro hijo ya que los vínculos que se generan entre personas son mucho más complejos y se van construyendo con el paso del tiempo y compartiendo ese tiempo juntos. Lo importante es que pienses qué cosas le vas a enseñar a tú hijo, qué valores deseas inculcarle, qué experiencias te gustaría vivir con él o ella, qué tipo de familia queréis crear… Al final, cuando tenemos dos hijos biológicos, aunque los queramos de la misma forma, siempre vamos a poder tener más afinidad con uno de ellos porque tengamos más gustos o características de personalidad en común. Entre hermanos biológicos, por ejemplo, muchas veces no se tienen aspectos de la personalidad en común y esto acaba generando que no se lleven bien. Igualmente, los lazos familiares que se establecen van mucho más allá de los genes, como se pone de manifiesto ante el vínculo que se genera entre personas que forman parte de la familia pero que no comparten consanguineidad.

 

Epigenética

La epigenética es la parte de la genética que estudia cómo puede ser modificada la expresión de genes heredables sin alterarse su secuencia en el ADN. Como hemos dicho, aunque la secuencia genética en sí no se puede alterar, los factores ambientales en el cuerpo de la madre biológica sí pueden modificar la expresión del gen.

¿Se parecerá a mí?

Está demostrado que las proteínas existentes en la placenta de la madre pueden configurar y modificar ligeramente la expresión genética del ADN del ovocito, por un mecanismo que se llama epigenética. Por este motivo, aunque una madre haya recurrido a ovodonación, ella es capaz de modificar la expresión genética de ese óvulo haciendo que el bebé se parezca más a la madre gestante. Por otro lado, debemos tener en cuenta que, a la hora de seleccionar el ovocito, se elige siempre aquel que tuviera los rasgos fenotípicos más compatibles con la madre gestante, de modo que se posibilita aún más la semejanza física entre el bebé y la madre. Pero, además, también tenemos que pensar que no todos los rasgos (ni físicos ni de personalidad) son heredados y que el ambiente también juega un papel decisivo.

¿Veré en él o ella rasgos de la personalidad que no comparte conmigo o con su padre?

En la formación de la personalidad contribuyen factores genéticos (temperamento) y factores ambientales (carácter). Existen multitud de estudios con niños adoptados que demuestran que la conducta de los hijos se asemeja más a la de los padres adoptantes que a la de los padres biológicos y esto es así porque al final, los seres humanos estamos configurados para reproducir lo que vemos. Si hemos crecido en un ambiente hostil, donde recibimos malos tratos por parte de nuestros padres, probablemente caigamos nuevamente en dinámicas de abuso emocional en la adultez. Por ello, podemos estar tranquilos al saber que al final el cariño que reciba nuestro hijo/a en su futuro hogar, va a tener mucha más importancia que lo que digan sus genes. Por otro lado, también es verdad que muchos hijos biológicos no comparten rasgos de personalidad o valores similares a los de sus padres o sus hermanos, otro motivo a favor de que la biología no es tan determinante como pensamos.

Cómo contarlo

¿Debería contarlo en mi entorno?

Es complicado dar una recomendación común sobre si es mejor contarlo o llevar el proceso en secreto ya que existen muchos factores (individuales o de la pareja) para reflexionar. Conviene plantearse dos aspectos fundamentales: si el hecho de contarlo/no contarlo va a dañar la capacidad de los futuros padres de legitimarse como tal, por un lado; y, por otro lado, si ambos miembros de la pareja están de acuerdo sobre la decisión de contarlo o no. Pero, si hay una cosa que está clara, es que debemos ser consecuentes y que, si le contamos a nuestro entorno que estamos participando en este proceso, deberemos contárselo también a nuestro hijo en un futuro ya que existe la posibilidad de que éste se entere o sospeche y sea mucho peor. Por ello, lo primero que debemos hacer es decidir, individualmente y en conjunto, si queremos que nuestro hijo/a en un futuro conozca esta información y una vez tomada esta decisión decidir qué hacemos con nuestro entorno. Si queremos que el día de mañana nuestro hijo/a sepa la verdad, entonces, podemos decidir si contarlo o no a nuestros seres queridos, valorando el quién y el cuándo, ya que lo principal es preservar nuestro bienestar emocional y comodidad durante todo el proceso.

En el futuro ¿debería explicarle a mi hijo/a que no lleva mis genes? ¿Cuándo y cómo deberé hacerlo?

La ley en España permite a los padres decidir si revelar o no el método de reproducción asistida que utilizaron para concebir a su hijo. No hay una respuesta correcta o incorrecta, ya que es una elección personal. Sin embargo, es crucial mantener la decisión una vez tomada. Si optan por no contarle al hijo, es importante mantener esa elección y no revelarla más adelante, ya que podría ser traumático. Si deciden revelar la información, se sugiere hacerlo entre los 3 y los 8 años, evitando esperar hasta la adolescencia. La evolución mental del niño debe tenerse en cuenta, y es probable que sigan surgiendo preguntas a lo largo de los años. Además, al revelar la información, se debe enfatizar el deseo de ser padres y la necesidad de ayuda para lograrlo, sin revelar la identidad de los progenitores biológicos.

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